Vacio de mi boca, espacio infinito entre nosotros, eternal soledad de navajas cruzadas y evacuaciones plenas de la amistad, del deseo cristalino que se consuman cuando nuestro labios se unen en ese húmedo momento donde nada es relevante ante la vida de un instante pleno, lleno de la mas extraña pasión del verbo de alas rosas que se mueve por debajo del lecho donde nos encontramos en una hora de cristales rotos que la mente conmueve con un deseo equidistante de cualquier lago de blancas aguas, en es playa de la soledad marchita donde nos volvemos a encontrar y nos volvemos materiales unidos, mercurio quemado de la vida eterna.
Todo sin colores nos remonta a épocas viajadas, y cruzar curvas hechas recta, donde el viento ya no sopla mas que para remover el polvo de nuestros recuerdos en el corazón sangrante la noche en la que el manto de estrellas nos condujo a la mas intensa sensación de un palpitar unísono.
Premonición de la vida e la que conservo el tiempo pero se el final, el mosaico se desprende del suelo y la realidad se extirpa de cualquier punto del planeta, los verdes y los arboles ya no son el respirar del mundo sino una gran maquina que mis pensamientos envuelven en lo que se llama la realidad de mi naturaleza, pero la naturaleza ha muerto encajada en la pared con una dolorosa lanza dorada que le tendemos desde lo mas lejano al voltear la espalda.
Ahora que estas aquí mi boca ya no esta vacía, ya no mas, ese consumarse de nuestras lenguas en el jugueteo donde nos juramos algo mas que complicidad, algo mas que pasión, donde nuestros pensamientos van mas allá de lo real, donde el hablar y las letras no son parte de lo que existe, esas leguas que ellas solo entienden al mundo por unos instantes, lo comprenden porque desaparece por ese momento…
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